Pensar fuera de la caja
La libertad es un concepto bastante complejo, y ha sido objeto
de muchas discusiones doctrinarias a lo largo de la historia. Particularmente,
me he forjado la idea de que la libertad es la capacidad de controlar tus
propias acciones. Mientras más control tengo sobre mí, más libre soy. De esta definición,
amplia por demás, es bastante complicado asimilar al ser humano como un ser
libre, al menos en esencia. Podemos ser esclavos de nuestros deseos y
emociones, y sucumbir ante ellos sin ningún control. Por otra parte, si enfocamos
la definición de la libertad en un contexto social, podemos aseverar que el
hombre es libre en tanto sus acciones no sean controladas por otros, bien sea
influyendo en su actuar o, literalmente, controlándolo.
El hombre,
para vivir en sociedad, ha creado parámetros de conducta mediante los cuales busca
ceder voluntariamente parte de su libertad en pro de seguridad y estabilidad
social. La libertad que el ciudadano cede evidentemente no es la primera que definí,
no puede ceder al Estado el control de sus emociones y deseos. Sin embargo, si
puede ceder la libertad de actuar en determinadas ocasiones, proveyendo al
Estado de tal potestad.
Sin
embargo, en muchas ocasiones, el individuo cede más libertad de la que el pacto
requiere, manifestando así una baja de autoestima por idealizar una figura (abstracta
o definida) como único ente capaz de solucionar todos sus problemas o, al
menos, la mayoría de ellos. Esto es lo que se conoce comúnmente como “mesianismo”.
Un concepto bien estigmatizado por nuestra sociedad y, al mismo tiempo, arraigado
a ella.
Como sociedad, debemos renunciar a esa cultura
mesiánica que nos hace depender de una persona para la resolución de nuestros
problemas. Debemos empezar a ejercer la libertad que nos fue conferida al
momento de nacer, y esto implica responder por nuestros actos. Siendo que, si
cada uno es responsable de su actuar, mayor será su autoestima y menor su
dependencia mesiánica.
¿Por qué estamos atados al mesianismo? ¿Por qué
nos cuesta creer en nuestra capacidad de resolución de conflictos? ¿Por qué nos
cuesta darle crédito a la influencia que tenemos en otras personas?
Una imagen muy viralizada, de procedencia incierta,
expone la lógica latina de la siguiente manera:
Si alguien puede hacerlo que lo haga él.
Si nadie puede hacerlo ¿por qué tengo que
hacerlo yo?
La misma imagen atribuye a la lógica japonesa el
siguiente pensamiento:
Si alguien puede hacerlo, significa que yo
también puedo hacerlo.
Si nadie puede hacerlo, significa que debo
ser el primero en hacerlo.
No estoy diciendo que el latino es flojo por
naturaleza, pero no podemos negar que la viveza criolla reside en nuestra
cultura de una manera latente. Una viveza que te ata a tu zona de confort, que
te impide pensar fuera de la caja. Puede que no sea del todo cierta esta
imagen, quizá peca en una generalización que afecta a un gran número de
personas, pero ¿es aplicable? Puede serlo. ¿Qué tal si nos identificáramos con
la lógica japonesa y la hiciéramos latina… o mundial?
Una vez leí una historia llamada “empuja la
vaquita”. Se trata de un sabio maestro que paseaba por un pueblito recorriendo
varias casas y se entrevista con una familia muy humilde, la cual manifestó que
su único sustento era una vaquita que le satisfacía algunas necesidades
básicas, pero que al menos podían vivir modestamente. Al finalizar el
recorrido, antes de dejar el pueblo, el sabio le ordenó a su discípulo que
empujara la vaca por el precipicio, quien, desconcertado por la orden, la
cumplió con mucho pesar. Al cabo de un tiempo, el discípulo vuelve al pueblito
a pedir disculpas a la familia por su atroz acto, pero, al llegar, se encontró
con un pueblo diferente a como lo recordaba, notablemente más próspero y feliz,
fue recibido por la misma familia quienes le anunciaron el penoso destino de la
vaca, el cual se tradujo en la exploración de habilidades que ninguno sabía que
tenía.
No siempre
la respuesta es matar a la vaca, aunque a veces estamos tan cegados por la
comodidad, que no nos damos cuenta de nuestras habilidades y potencialidades,
por lo que matar a la vaca sea la única opción posible para alcanzar el éxito.
La vaca es la zona de confort, y no es que la vaca – o la zona de confort – sean
malas per se. Resulta que podemos dejar de depender de la vaca sin tener
que recurrir a una solución letal para ella, y eso se hace extendiendo nuestra
zona de confort. Cada vez que agregamos nuevas formas de desarrollo, no tenemos
que renunciar a las primarias, solo extendemos el rango de posibilidades para
que seamos capaces de plantearnos nuevos retos, de explorar nuevos recursos o
de desarrollar los ya existentes.
Tampoco es soplar y hacer botella. Es un proceso
largo, arduo y demandante, pero debemos estar dispuestos a emprenderlo. Como
mencioné en la entrega anterior, Todos y cada uno de nosotros tenemos la
posibilidad de generar cambio, unos con más influencia que otros, pero, en
definitiva, es posible. Siguiendo una famosa canción: comienza con el hombre en
el espejo.
Entonces, ¿nos quedamos dentro de nuestra zona de
confort o empezamos a pensar fuera de la caja? ¿Asumimos nuestra libertad o
seguimos dependiendo de otros para lograr nuestros objetivos? ¿nos aferramos a
la viveza criolla por ser parte de nuestra idiosincrasia o transformamos
nuestra mentalidad?
Te doy la palabra…
Interesante tema sobre la libertad y la visión que tienes del mismo, la forma como lo visualizas hace reflexionar sobre temas tan profundos como el mesianismo y según, mi criterio, la idea mal concebida de lo que se cree conoce sobre la "viveza criolla del latino". Habría que revisar más sobre este tema de la viveza del latino o como otros identifican "la flojera del latino".Es más podría sugerir remontarse a la época en que nuestros indígenas no habían tenido contacto, con los llamados , de forma no adecuada,"descubridores". Los indígenas tenían una estructura organizativa que le funcionaba para el convivir armonioso dentro de su sociedad y con una cultura autóctona.Se debe reflexionar sobre quiénes fueron los que llegaron cambiando espejitos por perlas y oro y aquí sería bueno preguntar quienes comenzaron con la viveza.
ResponderEliminarTe felicito por abrir temas de reflexión que dan oportunidades al debate de ideas, por lo menos a mi me quedaron varias incertidumbres.
Así es, la viveza criolla o flojera del latino son generalizaciones y, por lo tanto, falacias. Podemos ver hacia atrás y revisar el origen, pero eso ya pasó y no se puede cambiar. Lo que si se puede cambiar es el futuro, modificando nuestro actuar en el presente. Es así como planteo una necesidad, si se quiere, de aplicar la lógica japonesa al mundo, y dejar que delegar actividades que son perfectamente ejecutables por nosotros mismos.
EliminarInteresante tema sobre la libertad y la visión que tienes del mismo, la forma como lo visualizas hace reflexionar sobre temas tan profundos como el mesianismo y según, mi criterio, la idea mal concebida de lo que se cree conoce sobre la "viveza criolla del latino". Habría que revisar más sobre este tema de la viveza del latino o como otros identifican "la flojera del latino".Es más podría sugerir remontarse a la época en que nuestros indígenas no habían tenido contacto, con los llamados , de forma no adecuada,"descubridores". Los indígenas tenían una estructura organizativa que le funcionaba para el convivir armonioso dentro de su sociedad y con una cultura autóctona.Se debe reflexionar sobre quiénes fueron los que llegaron cambiando espejitos por perlas y oro y aquí sería bueno preguntar quienes comenzaron con la viveza.
ResponderEliminarTe felicito por abrir temas de reflexión que dan oportunidades al debate de ideas, por lo menos a mi me quedaron varias incertidumbres.